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George Herbert Mead: identidad, relaciones sociales y objetos

29 Jul, 2020, por Sergio.

Con este artículo cerramos la serie dedicada a los pragmáticos americanos. Si no has tenido oportunidad de hacerlo, te recomiendo que leas previamente los dedicados a Charles Sanders Pierce, William James y John Dewey.


George Herbert Mead (1863 – 1931) tuvo una fuerte formación religiosa influida por su padre, párroco en una congregación en South Hadley (Massachusetts). Su primer trabajo fue como profesor de teología en un seminario de Oberlin (Ohio). Después de una breve etapa como maestro de escuela, Mead trabajó durante algunos años como topógrafo para la Wisconsin Central Railroad Company. Se matriculó en la Universidad de Harvard, donde estudió psicología y filosofía. Allí coincidió con William James, aunque no estudiaron juntos, entablaron amistad y Mead se trasladó a vivir a su casa, donde fue tutor de sus hijos. En Harvard tuvo una larga crisis de identidad, poniendo en duda sus orígenes y formación cristiana. Se marchó a Europa en 1888 sin un título de posgrado. 

Obtuvo su doctorado en la Universidad de Berlin, donde desarrolló un enfoque más realista influenciado por el movimiento laborista socialdemócrata. Regresó a Estados Unidos en 1894 para trabajar en la Universidad de Michigan, donde se hizo amigo de Dewey y le siguió a Chicago. Allí Mead se alejó finalmente de sus raíces religiosas, pero mantuvo un espíritu activista, participando en marchas en apoyo del sufragio para las mujeres y otras causas progresistas.

Al igual que el resto de los pragmáticos, Darwin tuvo una gran influencia en su pensamiento, de hecho, el trabajo de Mead es una especie de síntesis de las ideas de evolucionistas de Darwin, la psicología funcionalista de Dewey y las ideas originales de James. Mead enseñó con Dewey en la Universidad de Michigan desde 1891-1894, y cuando Dewey fue nombrado presidente de la Universidad de Chicago en 1894, solicitó que Mead recibiera una plaza como profesor.

El otro generalizado

El legado de Mead está más vinculado a la sociología, en particular, su trabajo gira en torno a cómo ejerce el yo en la interacción social. Un individuo se convierte en un objeto para sí mismo a través de «asumir el papel del otro», es decir, asumiendo las actitudes de los demás dentro de un contexto social, lo que Mead llama «el otro generalizado”.

Somos conscientes de nosotros mismos, de cuál es la situación, pero la forma exacta en que actuaremos nunca adquiere experiencia hasta que la acción tenga lugar. Mead describe el “otro generalizado» como una forma de censor, un mecanismo de control social, definiendo qué comportamientos son posibles o adecuados. Sin embargo, cuando nos comportamos de forma impulsiva, estamos escapando de ese “yo social”. Como individuos, reaccionamos de forma constante a las actitudes sociales del grupo y, por lo tanto, vamos ajustando nuestro comportamiento. Sin ese «yo social» no habría nada nuevo en la experiencia.

Mead también enfatizó el carácter contextual del yo. No somos siempre los mismos, somos diferentes cosas para diferentes personas, y en cada entorno tenemos diferentes «elementales» que sacamos en diferentes grupos sociales. El yo comienza a desarrollarse cuando como individuos interactuamos los unos con los otros y jugamos diferentes roles. El juego de roles también implica tomar conciencia de las actitudes o perspectivas de los demás.

Nadie es estúpido siempre, pero todos somos estúpidos a veces

No obstante, cuando actuamos de manera habitual, generalmente no somos autoconscientes. Estamos demasiados enfrascados en la acción a un nivel no reflexivo. Quizá por ello, tenga más sentido acotar más los contextos que las personas cuando diseñamos herramientas para ellas.

Emociones y objetos físicos

De la misma forma que nos relacionamos con las personas, Mead sostuvo que nos relacionamos socialmente con los objetos físicos, los cuales juegan un papel central en la construcción de nuestra identidad. Nuestras interacciones con los objetos físicos son sociales, pero a veces, también están encarnadas.

Por lo tanto los objetos diseñados  son una parte esencial de la construcción de nuestra identidad. No hay nada más que observar la relación casi íntima que tenemos con algunos objetos, como para algunas personas hay dispositivos que definen sus relaciones sociales y personalidad. Un individuo carente de fetiches, no despierta interés.

Resumen y conclusiones sobre el pragmatismo

En esta pequeña serie de artículos, hemos intentado dar una pincelada sobre las principales ideas del movimiento y las implicaciones que pueden tener para la práctica del diseño.

Para Peirce, el pragmatismo era una cuestión de lógica. Desarrolló un método estrictamente lógico para comprender el significado de los conceptos científicos. Para James, el método pragmático, servía para resolver disputas metafísicas basándolas en principios psicológicos de la experiencia. Dewey y Mead pusieron en práctica estos principios, con una componente social y pedagógica.

Sus aportaciones se comprenden mejor como esfuerzos complementarios en la búsqueda para desarrollar una filosofía de significado e investigación.

Todos pusieron el foco en el dinamismo de la experiencia y nuestra imposibilidad para precisar ninguna certeza absoluta, ya que todo lo que realmente sabemos es que somos parte de un mundo en constante crecimiento y transformación. Esta visión también implica que somos agentes activos, a medida que damos forma al entorno, este nos define a nosotros. Este proceso de adaptación mutua, donde todos tenemos la capacidad de lograr el cambio, también conduce al énfasis en la acción creativa por la cual el pragmatismo es quizás más conocido. No cabe decir que estas ideas sacadas fuera de contexto podrían tener una lectura muy frívola y naif, siendo carne de libros de autoayuda. Existe una versión popularizada y simplificada de lo que significa el pragmatismo. 

Durante las primeras décadas del siglo XX, el pragmatismo fue la principal corriente filosófica en Estados Unidos, pero tras la muerte de Dewey en 1952 el pragmatismo perdió gran parte de su impulso. Si bien hubo algunas comunidades locales en Europa donde se comprometieron fuertemente con los pragmáticos estadounidenses durante su tiempo, fue en Escandinavia donde tuvo más impacto el movimiento, principalmente en Suecia, donde arraigó la filosofía de la educación de Dewey. IKEA no apareció allí por casualidad.

Es fácil ver analogías entre los principios de la investigación pragmática y la práctica del diseño:

El enfoque en la experimentación continúa durante el proceso de investigación, interactuando con bocetos y prototipos para «expresar» y aclarar ideas. La experiencia como punto de partida para la indagación, donde utilizamos nuestras emociones y reacciones corporales como «cajas de resonancia», empatizando y sumergiéndonos en las actitudes (o experiencias) de los demás, para decidir cómo progresar. Todo ello potenciado por una creencia primordial en la creatividad humana.

En resumen, un poco más de pragmatismo, bien interpretado, no le iría mal al mundo.

Seguir leyendo

Este post es el último de una serie de cuatro sobre Pragmatismo y Diseño:

  • Charles Sanders Pierce (I)
    Consecuencias prácticas, abducción y semiótica.
  • William James (II)
    Mediación, cuerpo y emociones.
  • John Dewey (III)
    Aprendizaje, vivencia y cierre.
  • George Herbert Mead (IV)
    Identidad, relaciones sociales y objetos.

Bibliografía

Aboulafia, M., «George Herbert Mead«, The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Spring 2020 Edition), Edward N. Zalta (ed.)

Brag M. Pragmatism. In Our Time. BBC Radio 4.

Crossman, A. «Biography of Sociologist George Herbert Mead.» ThoughtCo, Jan. 29, 2020

Dalsgaard, P. (2014). “Pragmatism and design thinking”. International Journal of Design, 8(1), 143-155.

Rylander A. «Pragmatism and Design Research». Ingår i Designfakultetens serie kunskapssammanställningar, utgiven i april 2012.

 

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