Glitch: la estética de las cosas descontrolándose
A menudo nos obsesionamos con resolver un problema de manera racional, siguiendo metodologías al pie de la letra y perdiendo la visión periférica de lo que ocurre alrededor. Sin embargo, a veces los accidentes, los fallos inesperados o los encuentros casuales pueden abrir caminos creativos y sugerir nuevas soluciones.
Un glitch es, en esencia, un error breve en un sistema. Suele describir un fallo transitorio que se resuelve por sí mismo y, por lo tanto, resulta difícil de detectar o reproducir. El término es común en informática y electrónica, muy popular entre los jugadores de videojuegos, pero en realidad se puede aplicar a cualquier sistema: desde una máquina hasta una organización humana o incluso la naturaleza.
En el entretenimiento digital, el glitch ha pasado de ser un fallo molesto a convertirse en una fuente de valor. Puede enriquecer el producto, romper las reglas establecidas y hacerlo más divertido o inesperado.

En diseño visual y motion graphics encontramos ejemplos muy claros: las cortinillas del canal 3XL explotaban visualmente los errores típicos de una pérdida de conexión en vídeo online, convirtiendo la “imperfección” en estilo. Del mismo modo, no sería descabellado pensar que los creadores del videojuego Portal se inspiraron en glitches y huevos de pascua de otros juegos (como atravesar muros accidentalmente) para convertir ese fallo en la mecánica central de una experiencia revolucionaria.
Al igual que nos reímos de los errores humanos como un mecanismo para acercarnos unos a otros, aprovechar los fallos de un sistema puede ser un modo de humanizarlo.
«Lo que ahora te parece raro, feo o incómodo en un medio nuevo seguramente se convertirá en su sello distintivo… Es el sonido del fracaso: gran parte del arte moderno es el sonido de las cosas descontrolándose, de un medio empujado hasta sus límites y rompiéndose.»
Brian Eno, A Year With Swollen Appendices
Aplicado al diseño digital, este enfoque nos invita a no ver los errores como un obstáculo, sino como una oportunidad. Los fallos, las limitaciones técnicas o las “imperfecciones” de un medio pueden convertirse en su rasgo más característico, en el detalle que le da autenticidad y personalidad. El desafío está en detectar esos accidentes, reinterpretarlos y transformarlos en elementos de diseño que conecten con las personas.