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Diseño Estratégico de Producto Digital

El efecto Mirror Glass Building

13 Jul, 2012, por Sergio.

A principios de los años 20, Mies van der Rohe Mies van der Rohe irrumpió en el mundo de la arquitectura modernista con una propuesta radical: un edificio revestido completamente de cristal en Berlín. Un monolito minimalista, sin ornamentos, que inauguraba la era de los rascacielos y que pronto se convirtió en símbolo del poder corporativo. La era de los rascacielos había nacido, el edificio-símbolo de la arquitectura de oficinas y las grandes corporaciones.

Torre John Hancock de Boston
John Hancock Tower (Boston)

Con el tiempo, el cristal reflectante se consolidó como emblema de las grandes oficinas. Su hito técnico fue la construcción de la Torre John Hancock de Boston: un prisma puro de vidrio donde apenas se intuye la estructura interior. El edificio desaparece en su propio reflejo y, al mismo tiempo, domina el entorno.

El espejo como estrategia de control

El «efecto espejo» es un elemento básico de la arquitectura y diseño de los elementos de control, el observador puede observar sin que el resto de los transeúntes reparen donde está clavando su mirada, permite observar sin ser observado. Igual que un guardia con gafas reflectantes puede seguir cada movimiento con impunidad, el edificio espejo convierte su fachada en máscara.

El espejo, además, tiene un doble filo. Por un lado, atrae el narcisismo de los ingenuos que se acercan a acicalarse. Por otro, incomoda a los que intuyen que hay alguien mirando desde el otro lado. Fascinación y rechazo en una misma superficie.

Guardia de seguridad con gafas reflectantes
Gafas con efecto espejo.

En Internet ocurre algo parecido. Los widgets sociales, como el célebre “Me gusta” de Facebook o el ya extinto botón de +1 de Google, funcionan como cristales reflectantes: nos muestran rastros de quienes pasaron antes por allí. De pronto vemos la huella de un amigo que comentó, el avatar de alguien que compartió o la cifra de usuarios que dieron clic.

Widget de Facebook
Widget social en Facebook.

Esa visibilidad genera un efecto llamada. ¿Quién no ha mirado compulsivamente su reflejo en un escaparate al pasar? Con los widgets sociales, el gesto se repite en versión digital: verificamos si alguien nos ve, si dejamos marca, si formamos parte del paisaje.

¿Produce rechazo a los usuarios? No estoy del todo seguro, es posible que al principio sí, pero al igual que los edificios-espejo ya forman parte del paisaje y nos hemos acostumbrado a interactuar con ellos. ¿Pero cómo interactuamos? Está claro que de forma compulsiva, al igual que cuando caminamos por la calle y miramos de reojo a nuestro reflejo en el escaparate.

Como bien expuso Oliver Reichenstein se trata de elementos temporales, que van a tender a desaparecer más tarde o más temprano, como el uso de materiales reflectantes en los edificios, cuyos reflejos a veces nos deslumbran, cuando hace mucho sol.

El espejo, sea de vidrio en una torre corporativa o digital en una red social, nos devuelve una imagen de nosotros mismos, pero rara vez nos deja ver lo que hay detrás. Y quizá ahí radica el peligro: en confundir el reflejo con la experiencia real.

 

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