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Aprendiendo de todas las cosas

11 Abr, 2012, por Sergio.

Sigo con mi relectura y reinterpretación personal de los textos de Robert Venturi y Denisse Scott Brown, que cada vez encuentro más apropiados e inspiradores para reflexionar sobre los orígenes de las actuales aproximaciones al Diseño de Interacción y la Experiencia de Usuario.

Robert Venturi & Denise Scott Brown

A mediados de los 60s, Venturi y Scott Brown se revelan contra los arquitectos que se consideran “modernos” y que alardean de su heroicidad por su visión lógica, estética y elitista del diseño, proponen aceptar las complicaciones del hombre común en vez de ignorarlas y empezar desde cero:

“Prefiero los elementos híbridos a los “puros”, los comprometidos a los “limpios”, los distorsionados a los “rectos”, los ambiguos a los “articulados”, los tergiversados que a la vez son impersonales a los aburridos que a la vez son “interesantes”, los convencionales a los “diseñados”, los integradores a los “excluyentes”, los redundantes a los “sencillos”, los irregulares y equívocos a los directos y claros. Defiendo la vitalidad confusa frente a la unidad transparente. Acepto la falta de lógica y proclamo la dualidad. Defiendo la riqueza de significados en de la claridad de significados; la función implícita a la vez que la función explícita. Prefiero “estoy y lo otro” a “esto o lo otro”, el blanco y el negro, y a veces el gris, al blanco y al negro. Una arquitectura válida evoca muchos niveles de significados y se centra en muchos puntos: su espacio y sus elementos se leen y funcionan de varias maneras a la vez”

Robert Venturi, Complexity and Contradiction in Architecture (New York, MoMA 1966)

Denise Scott Brown y Robert Venturi fueron una especie de paréntesis postmoderno en el elitista mundo de la arquitectura: son partidarios de una arquitectura modesta, vulgar, convencional y ordinaria. Les inspiran las cosas que nos rodean en nuestro mundo cotidiano, los elementos populares, la mezcla natural de diferentes épocas y gustos que convive en nuestras calles.

Hacen afirmaciones que a más de uno les harían tirarse de los pelos (y que no van mal en tiempos de crisis):

Cuando se afrontan edificios “ordinarios” con presupuestos “ordinarios”, debemos aprender a disfrutar de la vulgaridad, pues como los artistas Pop han demostrado con su irónica hamburguesa y sus inexpresivas latas de sopa, ésta es la manera de salir airoso de lo que se nos exige.

Es decir, el mundo no es perfecto, hay proyectos que no requieren otro tipo de recetas, no todo el mundo valora el sobrecoste de la “belleza”, he incluso el posible rechazo que puede provocar por parte de los usuarios. Todos conocemos algún caso del típico proyecto exitoso, aparentemente “feo” o poco diseñado.

También meten el dedo en el ojo de los diseñadores obsesionados con querer rediseñar todo, de asumir el control total del entorno, diseñando todas las cosas que están en él. No creen que los elementos convencionales (muebles, utensilios de cocina, etc.) sean tan horribles, sino más bien cosas que deberíamos escoger de un catálogo. En el caso del Diseño de Interacción podrían ser los controles nativos de cada sistema o navegador (botones, desplegables, etc.).

Critican a los arquitectos que, endiosados, imponen su gusto y forma de hacer si tener en cuenta el entorno y el contexto socio-económico de los usuarios. Para estos, ofrecen algunas pautas sobre la actitud a mantener en el diálogo con el usuario final o cliente:

Guardad vuestra ira para los males sociales, no para la “degradación” del gusto de las “masas”, y vuestra energía para la difícil tarea de hallar la manera de poner vuestros conocimientos donde está vuestro corazón. Intentad ayudar a la gente a vivir en las casas y en las ciudades de la manera que ellos quieren vivir. Intentad hacer lo que satisfaga a vosotros y a ellos. Cuando discrepéis hacedlo honradamente y sin el tono de los “expertos-injuriados” (…). La ironía puede ser el método que permita que todas esas culturas y esos valores se conjugen. La observación irónica (no cínica) sobre el status quo es la gentil subversión del artista. No daña a nadie excepto a los que se han autodesignado profetas de la arquitectura, pero ayuda a tener centradas las perspectivas.

Denise Scott Brow, Co-op City. Learning to like it. 1971

¿Todo esto os suena terriblemente familar, no?

Por cierto, el título del blog hace referencia a este fantástico librito recopilatorio donde podéis encontrar estos  y otros textos de los autores.

 

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