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Diseño Estratégico de Producto Digital
Viscoso: la experiencia digital que se pega
Estaba Henry Marie Coandă allá por el año 1910, dispuesto a probar su nuevo invento, una aeronave propulsada por un “termoreactor”, cuando al ponerlo en marcha, el aparato salió disparado y al instante se encontró volando. Sorprendido por tal potencia, el bueno de Coandă perdió el control y se estrelló, saliendo despedido.
Por suerte solo se magulló un poco y se quedó observando como su invención era consumida por la llamas, pero estas llamas no tenían el típico aspecto de hoguera, Coandă se percató de que el fuego rodeaba los costados del avión, siguiendo el flujo de los gases calientes del motor, y después dedujo que esto parecía haber sido la causa del incendio y el accidente.

Había descubierto un el Efecto Coandă: un fenómeno físico producido en la mecánica de fluidos, según el cual un fluido tiende a seguir el contorno de la superficie sobre la que incide, si la curvatura de la misma, o el ángulo de incidencia del fluido con la superficie, no son demasiado acentuados. Esta adherencia a la superficie dependerá de la viscosidad del fluido, una propiedad que sólo se manifiesta en líquidos en movimiento.
La viscosidad, la capacidad de un fluido de adherirse, no es solo un atributo de la física. Si lo trasladamos al mundo digital, es la propiedad que define si una experiencia se “pega” al usuario o si se desliza sin dejar rastro.
En UX, cada interacción, cada microflujo, cada detalle del diseño puede ser un factor de viscosidad:
- Un flujo de onboarding claro y progresivo engancha al usuario desde el primer clic.
- Una microinteracción bien pensada refuerza la sensación de control y satisfacción.
- Un contenido confuso o frustrante provoca resbalones, abandono y desinterés.
- Incluso el tono de comunicación o la navegación intuitiva contribuyen a que la experiencia se adhiera, como el fuego al contorno del avión.
Podríamos llamarlo química de la interacción, ángulo de incidencia de la atención, o simplemente mecánica de flujos digitales. Sea como sea, el principio es el mismo: un producto que comprende su contexto, que respeta el flujo natural del usuario, y que “sigue” sin fricción, tiene más probabilidades de permanecer en la memoria y en la vida digital de las personas.
Hoy, en un mundo saturado de dispositivos, apps y experiencias digitales, la verdadera virtud de un buen producto no está solo en la resolución de su pantalla o en la densidad de su información. Está en su capacidad de adherirse al usuario, de generar ese instante donde lo digital se vuelve visceral y necesario, donde la experiencia se pega como el fuego al contorno de un avión.
La pregunta que todo diseñador debería hacerse es simple: ¿mi producto se pega o se resbala?