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La crítica en el diseño: una práctica en construcción

3 Mar, 2008, por Sergio.

La crítica en el diseño es, ante todo, una oportunidad para obtener información valiosa sobre nuestro trabajo. Nos permite descubrir qué aspectos necesitan perfeccionamiento, qué alternativas pueden explorarse y cómo reforzar las decisiones que hemos tomado. Sin embargo, es también un arte frágil: fácilmente puede caer en un intercambio de opiniones personales, superficiales o poco argumentadas.

La situación típica de una crítica de diseño viene a ser más o menos esta:

  1. El diseñador presenta el contexto de su proyecto: cuál es el problema, qué intención guía sus decisiones, qué aspectos están todavía pendientes.
  2. La audiencia, por su parte, responde desde su propia perspectiva: valida si la propuesta cumple con sus necesidades, plantea dudas o sugiere mejoras.

El reto está en que esta conversación no se convierta en una suma de “me gusta” y “no me gusta”, sino en un ejercicio que aporte profundidad y abra posibilidades.

En un foro reciente de la Interaction Design Association (IxDA) titulado The Critique: your rules for a productive session, varios profesionales compartieron experiencias y consejos sobre cómo sacar el máximo provecho de la crítica. Entre las ideas más repetidas destacan:

  • Formular comentarios justificados: decir “esto funciona porque…” en lugar de limitarse a “me gusta”.
  • Escuchar y responder con argumentos, evitando reacciones viscerales o defensivas.
  • Delimitar los aspectos sobre los que se pide retroalimentación, en vez de dejar la crítica completamente abierta.
  • Buscar diversidad de voces: escuchar a quienes respetamos, pero también a quienes ven las cosas desde un ángulo diferente.
  • Recordar que se critica el diseño, no al diseñador; la crítica nunca debería convertirse en un ataque personal.
  • Reconocer que encontrar defectos en el propio trabajo es positivo: no significa haber fracasado, sino que el proceso crítico está funcionando.
  • Rescatar lo valioso incluso en propuestas débiles: una idea mal ejecutada puede esconder un germen potente para desarrollar.

Muchos diseñadores formados en escuelas de arte han aprendido a dar y recibir crítica desde el primer día. Pero en el campo del diseño de interacción, que crece a gran velocidad y atrae a perfiles muy diversos, no todos han tenido esa formación. Por eso es fundamental empezar a definir reglas compartidas y dar forma a una cultura de crítica constructiva.

Si algo ha quedado claro en estas conversaciones es que la crítica no es un examen ni un plebiscito. Es un espacio para pensar en voz alta, poner a prueba nuestras ideas y dejar que otros nos ayuden a ver lo que a solas quizá no habríamos descubierto.

 

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